martes, 8 de septiembre de 2020

La Justa Palabra

 Nace en el encuentro de dos subjetividades en sintonía.

Uno es el que escucha con total atención para reconocer el instante cuando el Otro, al ir hablando de sí, su vida sus padeceres, DICE LA CONTRASEÑA del candado de su baúl interior.
Por cierto, el oyente tiene gran conocimiento del funcionamiento psíquico humano, pero NO está buscando en él algo que decir.
El psicoterapeuta profundo, está a la espera de algo que escuchar.
No sabe lo que será aún, pero lo sabrá reconocer cuando emerja del padeciente, ya que aquella palabra clave, para el observador cuya atención es plena y lúcida, cobrará una integradora consistencia, casi evidente, en el cuerpo, en el relato, en el síntoma y en el quiebre de la continuidad vital del padeciente.
El inconsciente del individuo que consulta está abierto y disponible cuando logra confiar en la psicoterapia, así es que se manifestará en los sueños, en las ligazones de su auto re conocimiento, en la constancia de las repeticiones traumáticas en su historia y, sobretodo en un pronto alivio sintomatológico.
Gracias a la justa palabra que el terapeuta logró desentrañar desde el mismo que consulta y, en ese acto, lo reconoce, lo entiende, empatiza, lo ayuda a elaborar, es decir, hacer entrar un recuerdo traumático que antes no cabía en su memoria.
Con un montón de ellas, ocurre la CURA A TRAVÉS DE LA PALABRA